Tras la caída del Imperio Romano de Occidente en el siglo V a causa de las invasiones godas, el culto al cuerpo y su cuidado deja de ser una de las actividades más populares del norte del Mediterráneo. Pero por suerte, en la cuenca sur la cultura árabe mantuvo las termas y los baños romanos y los aceites y perfumes siguieron utilizándose.
A causa de las conquistas territoriales que logró el pueblo árabe, fueron obteniendo conocimientos de culturas como la hindú o la china. Estos nuevos conocimientos fueron incluidos en sus tratados sobre Medicina, Matemáticas, Física y Astronomía. Así pues, la cultura islámica aceptó nuevas ideas y trabajó para perfeccionarlas.
Entre estos conocimientos que mantuvieron y perfeccionaron se encuentra el masaje. Se crearon los Hamman, que eran como las termas romanas o griegas, donde a parte de los baños se podían recibir masajes corporales.
No podemos pasar por alto la figura de Avicen o Ibn Sina (980-1037) que fue médico, filósofo y científico persa. Nos consta que fue el autor de unos 450 libros y tratados de materias diversas siendo los más numerosos los tratados de filosofía y medicina. Entre ellos podemos destacar “El libro de la curación” o “El Canon de medicina” también conocido como el Canon de Avicena. Teniendo en cuenta la materia que estamos abordando destacamos la figura de Avicena o Ibn Sina por ser el autor de un tratado sobre los masajes, los baños y el poder curativo de la música, el sueño y el reposo.